Lo más destacable dentro de la historia de la Confitería La Campana es, que siguen trabajando de forma artesana sus productos, desde que se fundó allá en 1.885, año en que Leopoldo Alas Clarín escribió La Regenta.
Todas sus especialidades y pasteles tradicionales, como los cortadillos de cidra, las yemas sevillanas, las lenguas de almendra, lo piononos, las milhojas de turrón… se hacen a diario en su obrador, de manos de sus artesanos. Un piso en la Plaza de Cuba habría que ponerle a cada uno… con piscina y plaza de garaje…
Como nota curiosa, comentar que, en el primer contrato de alquiler que hubo, el propietario del local, se guardó el derecho de asistir a los balcones para ver los pasos de cofradías de la Semana Santa sevillana.
Se distingue de otros comercios por su estética, que nos remite a la Europa de los años 20, basado en su decoración, todo dentro del mismo estilo.
La natilla del conde es un producto estrella, que salió de las manos del Conde de La Natilla.